Casi 1500 años tuvieron que pasar desde el Arco de Constantino en Roma para que otro gobernante mandase a construir otro arco triunfal. En 1778, el déspota ilustrado Carlos III inauguró la Puerta de Alcalá, uno de los emblemas del Madrid borbónico y uno de los edificios más fotografiados de toda la capital española.

La Puerta de Alcalá fue concebida como una puerta de entrada monumental a la ciudad, un arco triunfal que recibiera a los viajeros y visitantes que llegaban desde la carretera de Alcalá, que conectaba Madrid con la ciudad de Alcalá de Henares. Era una de las cinco puertas monumentales de acceso a la ciudad, que era mucho más pequeña en el siglo XVIII que ahora.

Su diseño neoclásico fue obra del arquitecto Francesco Sabatini, y su construcción se llevó a cabo a lo largo de casi dos décadas, entre 1769 y 1778. Por las guerras civiles españolas de los siglos XIX y XX, tuvo que ser restaurada cinco veces. Por ejemplo, quedan impactos de proyectiles de las rebeliones contra Fernando VII en 1823.

Desde un punto de vista más amplio, la Puerta de Alcalá fue una pieza más dentro del gran programa de remodelaciones y embellecimiento urbano que el rey Carlos III hizo por la zona (el Retiro, la Fuente de Cibeles, el edificio del Prado, el Real Jardín Botánico, entre muchos más). Al ver este y otros ejemplos podemos entender por qué recibió el apodo de “el mejor alcalde de Madrid”.

La puerta está construida en piedra de granito y consta de cinco arcos (tres de medio punto, dos adintelados), rematados por una cornisa decorada con figuras mitológicas y relieves que representan escenas alegóricas. En la parte superior de la puerta se encuentran tres escudos, uno de España, otro de la ciudad de Madrid y el tercero de Carlos III.

Como dijimos, fue el primer arco triunfal moderno de Europa desde la época romana. Esto quiere decir que tiene el mérito de ser anterior al famoso Arco del Triunfo de París o la Puerta de Brandeburgo de Berlín.

Más recientemente, se hizo mundialmente conocida por el éxito de la canción del disco “Para la ternura siempre hay tiempo” (1986) de Bernardo Fuster, Luis Mendo, Miguel Ángel Campos y Francisco Villar, aunque más tarde fuera reversionada por Ana Belén y Víctor Manuel. Por eso todos los que pasan cerca de su rotonda repiten hechizados “¡Mírala, mírala, mírala!”

A pesar de que ahora se la rodea en coche y no se la atraviesa a pie, la Puerta de Alcalá sigue siendo un lugar emblemático en Madrid y un símbolo de bienvenida y hospitalidad para los turistas que llegan a la ciudad. Visitar la Puerta de Alcalá es una parada sencilla para disfrutar de la Madrid de la Ilustración gracias al bello distrito que la rodea.