Esta iglesia es uno de los lugares más emblemáticos y fascinantes de la ciudad, y es un lugar que no puedes perderte en tu visita a Milán. Construida en el siglo IV, la Basílica de San Lorenzo Maggiore es una de las iglesias más antiguas de Occidente y -para algunos expertos- la primera en tener planta simétrica. Fue construida a fines del reinado del emperador Teodosio, en la época tardía del Imperio Romano (Dominado).

En la época medieval fue ampliada y sobrevivió varios incendios y hasta un terremoto. Esta iglesia era la cabeza de la diócesis más grande de la península italiana, y uno de los centros económicos más importantes de todo el Sacro Imperio Romano Germánico.

La reconstrucción que comenzó tras el derrumbe de 1573 no finalizó hasta 1894 con la finalización de la fachada. En 1934, con motivo del bimilenario del Emperador Augusto y bajo gobierno fascista, se derribaron las antiguas casas adosadas a la Basílica, lo que permitió a la columnata reincorporarse visualmente al complejo del templo.

San Lorenzo Maggiore también es conocida por su cripta, que alberga los restos de santos y mártires del cristianismo primitivo (período paleocristiano). En la cripta, también se encuentra el Baptisterio de San Giovanni alle Fonti, que data del siglo IV y es considerado como uno de los ejemplos más antiguos de la arquitectura cristiana en Italia.

Otra curiosidad de la basílica es su relación con la familia Visconti, una de las más poderosas e influyentes de Italia en la Edad Media por casi dos siglos (1277-1447). Los Visconti fueron los mecenas principales de esta iglesia y financiaron gran parte de su ampliación y decoración.

Su cúpula se eleva a más de 60 metros de altura y ofrece vistas espectaculares de la ciudad. Desde la cima, se puede admirar el horizonte de Milán y, en días despejados, incluso se puede ver los Alpes italianos.